jueves, 17 de diciembre de 2009

Y si solo hubieran seguido lo fácil.

Imponentes montañas blancas que le seguían por donde se movía, caía en las manos de todo lo que no debía, pero resurgía buscando señales de vida, algo que demostrara que era más que una habitante, quería saberse reina, sentir que cada pico blanco era parte de su castillo, y la cordillera era solamente su jardín de juegos, pero ¿podía escapar a la realidad que significaba volver cada tarde a ese brazo que le esperaba con una presa?

Mientras sus hermanas volaban libres siendo amas y señoras, ella era cautiva voluntaria, tal vez porque no podía ser más, jamás se le dejó liberar sus instintos; soñando con viajar nuevamente a esa cordillera en busca de señales de vida, en busca de ese oxígeno que le permitiera vibrar y sentir en cada pluma el cosquilleo de la libertad, no basta con sentirlo dos horas al día, era algo que anhelaba tener para siempre.

Así siguió un par de días más, lo planeo todo, estaba lista, la siguiente vez que le permitieran salir, ejecutaría su plan, y silenciosa acudió al llamado de esa mujer. La mujer que deseaba un día poder ser más que una simple entrenadora, que quería dejar todo lo que implicaba este burdo mundo y marcharse tranquila a cualquier playa, y envejecer allí viendo el amanecer, contar las estrellas, soñar y otro millar de cosas que se pueden hacer con una pequeña casita a orillas del mar.

Ese deseo de observar cada tarde sus brazos rojos y blanquecinos por la sal del mar, quitarla con el agua dulce, y dormir con ese olor tan especial que tiene su amado. Solo quería tener algo, ser reina de un lugar, solo buscaba una señal de vida en el pedazo de rutina a la cual tenía como condena llamarle por el sustantivo vida.

Si tan solo pudiera escapar con él, ¿pero como lo haría?, no era tan simple, lo parecía, pero había que hacer demasiado, más que un solo paso, tal vez eran 15 o 20, pero ¿cómo empezaba?. Primero había que convencerle a él. Él, aunque no lo imaginaran, también estaba harto de todo esto, y qué si le iba bien en los negocios y era casi millonario?, qué si podía comprar todo lo que deseaba pero no podía obtener lo que tanto necesitaba?,quería librarse de la carga que le implicaba su "amada", como podía decirle, lo siento, pero ya no me gusta estar con vos, solo ansiaba vagar en el mundo, conocer un poco, estar con algunas, ser un marinero que tenía una mujer en cada puerto, podía costearlo, mas ¿los sueños de ella? vivir en esa playa, formar una familia, ¿cómo negarle esa oportunidad a la mujer que estuvo con él cuando hace 5 años le dijeron que solo tenía 6 meses de vida?

Lo analizó todo, como buen lobo de negocios, y creó su plan, una carta, un avión, y a cambiar su ruta, hay que ser egoístas a veces, en ese instante ella se armó de valor y le dijo a su jefe que no volvía más, era su último día y buscó al águila para despedirse, fue cuando ella le llamo, pensando en su plan la ama y señora de las montañas se postró en su brazo, y le observó con ojos de melancolía y voló.

Pasó una hora, ya casi dos, su corazón saltaba de alegría porque ya era casi libre, se imaginaba construyendo su terraza para esperar al sol, o despedirlo; su corazón saltaba no sabía como liberar su instinto, pero el tiempo le enseñaría, se cumplieron las dos horas y debía de regresar al brazo de su carcelera, su ama, su mejor amiga, y voló precipitándose a una velocidad vertical impresionante, demasiada para el brazo de ella, y en cuestiones de segundos, el avión de él dejó tierra, ya volaba sobre el océano, cuando empezó a vibrar terriblemente, y como él águila inicio una caída brusca, con el intento frustrado de los pilotos de enderezarlo, iba directamente al agua, en picada, como él águila que se dirigía directamente al cuello de ella, con su pico listo para asesinarla, cerró lo ojos fuertemente, y cuando los abrió allí estaba el cuerpo tirado de ella bañado en sangre, y mientras se ahogaba en su sangre ella pensó en su playa, en su amado, tan cerca del océano, el océano donde se estaba estrellando el vuelo en que iba él. Él pensó que hubiese sido mejor esperarla a ella para decirle todo frente a frente, se hubiera librado de ese avión y hubiese podido vivir más.

Y voló lejos, hacia las montañas, con su pico ensangrentado vibrando no de libertad si no de miedo, miedo de haber visto lo que era capaz de hacer, mató a quien le dio todo, a quien la trató como reina, su pico llevaba sangre y no sabía como quitar esa esencia de muerte que bañaba su cuerpo, empezó a sentir frío a lo largo de ese día, y su sorpresa fue que cuando encontró un lugar para descansar en la montaña, no había carne fresca, solo había un helado piso blanco, y el frío aumentaba mientras más se oscurecía, ya no podía volver a casa, esta era su casa, su jardín, su todo, su condena fue una semana después cuando sin fuerzas se precipitó al abismo sin poder reaccionar.

Su libertad significó muerte, su libertad significó muerte, su libertad fue algo que la muerte no le permitió alcanzar, si ella no hubiese ido a despedirse del águila con ese último vuelo, si la ama y señora de las montañas no hubiese sentido la vibración de la libertad, si él hubiera tenido más pantalones, tal vez no estaría los tres odiándose en esa dimensión extraña en la cual se encuentran.

Si el hubiera existiera, en realidad ninguno de ellos hubiese existido.