sábado, 28 de noviembre de 2009

Y la felicidad llegó cuando tu rostro se vio reflejado tras ese cristal, el frío de la muerte disfrazada de soledad se desvanecio con el calor de tus palabras, y el muro fue roto por tu abrazo, dandome así fuerza para soportar el ruidoso silencio que sufriré hasta que te vea nuevamente.

lunes, 16 de noviembre de 2009

Nuestra realidad, nuestra despedida.

Con una sonrisa recuerdo las vastas incongruencias que soñábamos, que yo soñaba antes de vos, las que quería creer y pensar que iban a ser la realidad por el resto de mi vida... jamás creí que iba a tropezar dos veces con la misma piedra, siempre tuve la sensación amarga de un no tan buen futuro, tal vez es la respuesta a lo que vendría.

Las hojas no son iguales, debo confesar que soy la peor víctima de mis pensamientos y no encuentro salida alguna para todo lo que atormenta mi cabeza, el no saber nada me hace suponer todo, y tu silencio, tu silencio matando cada latido de esperanza que puede haber en el corazón vagabundo del torpe niño que casi vuela a cualquier lado del mundo para poder caminar con vos.

Creería que es mi maldición, ese muro invisible que me separa de vos, y peor aún, que me hace extrañarte tanto sin poder verte, sin poder escucharte o al menos leerte. Y vos tan hermosa que me ayudaste alguna vez a escuchar la melodía del pájaro cantor, pero, solo era el espejismo de mi cruz, la soledad que me arrulla y me desviste para que el fuego haga nuevas cicatrices, y poder luego mostrarlas a nadie, para que negarlo, es mi realidad, es lo que siento, él tic-tac eterno de mi reloj.

Y entonces, concluí que no eras más que una sensación , un fantasma que solo apareció cuando pude haber estado bien para dejarme peor de lo que estuve alguna vez. Y está bien, no pasa nada porque tampoco hubo algo, giraremos en la misma órbita, pero siempre tan lejanos que seremos imperceptibles, y tal vez un recuerdo intermitente a través de una carta polvorienta que dejamos en el buró antes de marcharnos el día que salimos, a buscar en el mundo algún agradecimiento por el amor que dimos algún día. Como lo hice con vos, como alguien en algún otro lugar pueda hacerlo conmigo.

domingo, 1 de noviembre de 2009

Al lado del camino

Y él iba cayendo por el precipicio, en ese abismo sin fin, ese efecto que tenía siempre que escuchaba las mismas canciones viejas de la infancia, esas que lo llevaban a ese trance en el que pensaba en como todo debía de terminar, en como las chicas se despedían en el momento de la oportuna felicidad, ahí viajaba sintiendo la brisa de la muerte enamorada -siempre le gustó esa frase-cuando apareció despiadado y poco cauto el sentimiento de nostalgia, apareció disfrazado de lo que más extrañaba y menos recordaba, esa persona que le abandonó a tan temprana edad, idéntico a como era antes de quedar calvo e inflamado, se presentó atlético y sonriente, con pelo y lentes obscuros, con sueños temerarios que no pensaban en "si mañana tengo la vida", idéntico a como era antes de dos años de que se marchara, y él en su caída libre reflexionaba en espiral todo lo que no pude decirle, todo lo que no pudo hacer con él, ahora estaba a su lado, pero él estaba demasiado perdido como para hablarle, inteligente la mente, sabía que siempre le aterró el diálogo porque no sabía que decir, y mientras La Nostalgia seguía acompañándole trataba de establecer las ideas correctas en su mente para susurrarle te amo, o te extraño, algo que le hiciera sentir bien, algo que quitara la culpa de no poder hacer algo cuando debió, pero no lo lograba, entonces las lágrimas rodaron frustradas por la inutilidad que le dominaba, quiso ser él mismo, pero no podía, igual, la nostalgia lo conocía tal y como era, mas no él lo sabía y por eso se sorprendió cuando los brazos de La Nostalgia le rodearon y lo apretaron, lo asustó cuando le susurraron al oído te amo no pasa nada. Caía cada vez más débil, pero se sentía feliz, cuanto deseaba que esto fuera la muerte pues ya todo era perfecto, finalmente se sentía libre, finalmente podía dejar de pensar en lo que diría, ya no tenía que hablarlo, pero, lentamente iba recuperando su mente, iba teniendo el control, iba sintiendo como el abrazo se tornaba más frágil, y se iba difuminando en la obscuridad del abismo, trató de recuperarlos con ahínco, pero no pudo, la canción estaba terminando, y regresó a a su complicada vida, regresó a su condena de caminar por allí, respirando el humo mientras todo pasaba al lado del camino, ese era su destino.