Recuerdo una frase que hace mucho tiempo leí en un letrero de carretera que decía "Si caminamos de cara al sol, dejaremos atrás las sombras", -creo que siempre he tenido una debilidad por la publicidad de Johny Walker y a pesar de que no consumo sus productos debo de aceptar que tiene a genios en lo que se refiere a publicidad y marketing-, puede parecer una frase muy obvia, pero con el mínimo de análisis es sencillo notar que no es fácil ejecutarlo, porque lo digo, pues, porque vivo en Nicaragua, y este pequeño puntito en el mapa tiene más problemas que tamaño, regalando una percepción increíble al resto del mundo.
Dejando a un lado el traumático ciclo al que estamos condenados por nuestra terrible idiosincrasia, es menester ir más allá, ¿por qué el país va al valle de sombras en lugar de ir en busca del SOL?, ¿por qué tiene que ser la frustración el pan de cada día en lugar del benevolente sudor obtenido por un trabajo honesto?, ¿por qué la preocupación del pueblo tiene que ser el presidente de turno, o ese peligroso olimpo en lugar de como puede mejorar el nivel de vida?, me abstengo de seguir realizando las preguntas pues llevarían al mismo sitio, a la misma respuesta, es porque no buscamos al SOL, porque tal vez lleva demasiado trabajo y es un poco incomodo el resplandor, entonces nos quedamos en las perezosas sombras que solo llevan al caos.
Sí, lo hice adrede, y, sí, el SOL es ese maravilloso ser que nos lleva demasiado trabajo seguir pero que hace de todo más simple, en esa frase mi SOL es DIOS, y es ese DIOS que le prometió a su pueblo que si se arrepintiera de todos los males cometidos, y se postrara con humildad y fe, EL vendría le gobernaría y con muchísimo gozo su tierra sanaría, creo que más clara no puede estar la aplicación que yo entendí de esa frase, creo que nosotros también somos un pueblo de DIOS.
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