Si me preguntan que es lo que me gusta de aquí, no podría contestarlo de maneras directas, es casi imposible. La hermosura de las montañas a tu alrededor, sentir su protección, es solo una de las tantas sensaciones. Las caminatas no son caminatas comunes, son retos, caminar acá es escalar, es distinto a lo que podría estar alguien acostumbrado. Y aunque no es una ciudad de un millón de paisajes tiene su belleza escondida a las observaciones superficiales, es una ciudad de corazones sensibles.
¿Cómo no inspirarse cuando estás en el lugar donde se mezclan perfectamente campo y ciudad?, y aunque es solo un pueblo de tercer mundo (no hay grandes estructuras), se siente esa paz que solo el campo transmite, lejos quedan los ruidos de los "sabios" inventos de los hombres.
Si cuando vas por la calle, y ves a esa niña correr con un preciosa sonrisa dibujada en el rostro hacia la mamá que viene de trabajar, ¿cómo evitar que eso no destroze tu corazón?, ¿cómo no desear escribirlo?, ¿cómo no desear vivirlo algún día?, no sé, tal vez porque yo vengo de una ciudad, la cual amo mucho, que ha caido en la enfermedad del turismo superficial es que ya no puedo ver esos pintorescos cuadros. No sé, eso solo otra de las razones por las cuales amo aquí.
Tal vez, por que esta fue ciudad de ilusiones ya muertas, fue la ciudad de amores disueltos, es que guardo ese cariño inmenso, porque me siento tan nada, soy insignificante al ver las maravillas de la creación, tal vez porque aquí nadie se preocupa por ambiciones en absurdos como Babel, que es el error de otras ciudades, no sé, tal vez es la naturaleza de la gente de aquí.
Porque puedo disfrutar aún de los parques que se llenan de amigos conversando, de ancianos paseando o niños jugando, no de turistas que se agotaron de caminar por toda la ciudad, porque puedo verlo todo acá, porque está la riqueza en la pobreza, y la felicidad en las personas libres.
Puede ser que otra vez me dejé llevar por lo soñador, y vi más de lo real, pero es lo que sentí, pero igual advierto, venir a Matagalpa buscando las bellezas superficiales es un desperdicio, Matagalpa no es para venir con los ojos, es para venir con el corazón.
¿Cómo no inspirarse cuando estás en el lugar donde se mezclan perfectamente campo y ciudad?, y aunque es solo un pueblo de tercer mundo (no hay grandes estructuras), se siente esa paz que solo el campo transmite, lejos quedan los ruidos de los "sabios" inventos de los hombres.
Si cuando vas por la calle, y ves a esa niña correr con un preciosa sonrisa dibujada en el rostro hacia la mamá que viene de trabajar, ¿cómo evitar que eso no destroze tu corazón?, ¿cómo no desear escribirlo?, ¿cómo no desear vivirlo algún día?, no sé, tal vez porque yo vengo de una ciudad, la cual amo mucho, que ha caido en la enfermedad del turismo superficial es que ya no puedo ver esos pintorescos cuadros. No sé, eso solo otra de las razones por las cuales amo aquí.
Tal vez, por que esta fue ciudad de ilusiones ya muertas, fue la ciudad de amores disueltos, es que guardo ese cariño inmenso, porque me siento tan nada, soy insignificante al ver las maravillas de la creación, tal vez porque aquí nadie se preocupa por ambiciones en absurdos como Babel, que es el error de otras ciudades, no sé, tal vez es la naturaleza de la gente de aquí.
Porque puedo disfrutar aún de los parques que se llenan de amigos conversando, de ancianos paseando o niños jugando, no de turistas que se agotaron de caminar por toda la ciudad, porque puedo verlo todo acá, porque está la riqueza en la pobreza, y la felicidad en las personas libres.
Puede ser que otra vez me dejé llevar por lo soñador, y vi más de lo real, pero es lo que sentí, pero igual advierto, venir a Matagalpa buscando las bellezas superficiales es un desperdicio, Matagalpa no es para venir con los ojos, es para venir con el corazón.
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